Thanks to a request from a Blog reader, we return a little of the history of Araro Michoacan , this time we will talk a little about the source of El Sr. de Araro, the following was taken from the Short Chronicle who performed the priest Don Ramon Lopez Lara. The sacred image of the "Sovereign Lord of Araro," as historians call it, is a historical jewel, which elevates the spirit. This is a Christ of natural proportions. Has the serene stillness of someone who has died saintly. Its color is the flesh macerated to blows. The blood flows through a torn back whipping, low waist, legs and feet bare. The arms were bruised by the tracks of the whip. But Christ gentle sleep the sleep of those who expected a new dawn.
Despite its size as an average person, is very lightweight: weighs no more than twelve pounds. Was made from a paste that the ancient calendar as "tatzingueni", the same as that used to make the gods to join in the campaigns of war. It is a mixture of cane corn sprayed with bulbs of a wild orchid known as tatziqui. Where to 1526 or 1527, the brothers arrive at Tzintzuntzan on the banks of Lake Patzcuaro, the capital of the kingdom tarazco, convince the natives converted to represent Christ and his virgin mother, with the same dough used to represent their deities. Make it as little delicate, since the molds were made of clay, if not hand-crafted, Bishop Don Vasco de Quiroga, who arrived in Michoacán in 1538, did come from Spain to Don Matías de la Cerda, towards the seventeenth century, had already been made between the school and these were the natural continuation of an art which spread throughout America and then come up from Spain. Luis Enrique Orozco Canon has included in his History of Christs cane, the version of the first successor of the family De la Cerda, Luis, was a man of good intentions and pious, who used to confess before starting his sculptures, This enabled it to print these images in warmth, beauty and harmony, but above all the strength to awaken faith, devotion and lofty feelings as to who may be contemplating the beautiful relic of the Lord of Araro.
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Gracias a una peticion de un lector del Blog, volvemos a retomar un poco de la historia de Araró Michoacan, en esta ocasion hablaremos un poco sobre el Origen del Señor de Araró, el siguiente texto fue tomado de la Breve Cronica que realizo el Señor Cura Don Ramon Lopez Lara.
La sagrada imagen del “Soberano Señor de Araró”, como la llaman los historiadores, es una verdadera joya histórica, que eleva el espíritu. Se trata de un cristo de proporciones naturales. Tiene la serena quietud de quien ha muerto santamente. Su color es el de la carne macerada a golpes. La sangre corre por una espalda desgarrada por los azotes y baja hasta la cintura, las piernas y los pies desnudos. Los brazos han quedado amoratados por las huellas del látigo.
Pero el Cristo duerme el sueño apacible de quien espera un nuevo amanecer.
A pesar de su tamaño como el de una persona promedio, es muy ligero: no pesa más de doce kilos. Fue hecha de una pasta que los antiguos naturales conocen como “tatzingueni”, la misma que ya usaban para hacer sus dioses para que los acompañaran en las campañas de guerra. Se trata de una mezcla de caña de maíz pulverizada con bulbos de una orquídea silvestre conocida como “tatziqui”.
Cuando hacia 1526 o 1527, los frailes llegan a Tzintzuntzan, el las riveras del lago de Patzcuaro, capital del reino tarazco, convencen a los indígenas convertidos de que representen a cristo y a su madre la virgen, con la misma pasta que usaban para representar a sus divinidades.
Como la hechura resultaba poco delicada, ya que los moldes eran de barro, si es que no se moldeaba a mano, el obispo Don Vasco de Quiroga, que arribo a Michoacán en 1538, hizo venir de España a Don Matías de la Cerda, hacia el siglo XVII, ya se había hecho escuela entre los naturales y estos fueron los continuadores de un arte que se extendió por toda América y desde luego llego hasta España.
El canónigo Luis Enrique Orozco ha recogido en su Historia de los Cristos de caña, la versión de que el primer sucesor de la familia De la Cerda, Luis, era un hombre de buenos sentimientos y piadoso, que acostumbraba confesarse antes de iniciar sus esculturas, Ello le permitió imprimir en estas imágenes calidez, belleza y armonía, pero sobre todo la fuerza para despertar fe, devoción y los sentimientos mas nobles tal y como puede ocurrir a quien contemple la hermosa reliquia del Señor de Araró.
La sagrada imagen del “Soberano Señor de Araró”, como la llaman los historiadores, es una verdadera joya histórica, que eleva el espíritu. Se trata de un cristo de proporciones naturales. Tiene la serena quietud de quien ha muerto santamente. Su color es el de la carne macerada a golpes. La sangre corre por una espalda desgarrada por los azotes y baja hasta la cintura, las piernas y los pies desnudos. Los brazos han quedado amoratados por las huellas del látigo.
Pero el Cristo duerme el sueño apacible de quien espera un nuevo amanecer.
A pesar de su tamaño como el de una persona promedio, es muy ligero: no pesa más de doce kilos. Fue hecha de una pasta que los antiguos naturales conocen como “tatzingueni”, la misma que ya usaban para hacer sus dioses para que los acompañaran en las campañas de guerra. Se trata de una mezcla de caña de maíz pulverizada con bulbos de una orquídea silvestre conocida como “tatziqui”.
Cuando hacia 1526 o 1527, los frailes llegan a Tzintzuntzan, el las riveras del lago de Patzcuaro, capital del reino tarazco, convencen a los indígenas convertidos de que representen a cristo y a su madre la virgen, con la misma pasta que usaban para representar a sus divinidades.
Como la hechura resultaba poco delicada, ya que los moldes eran de barro, si es que no se moldeaba a mano, el obispo Don Vasco de Quiroga, que arribo a Michoacán en 1538, hizo venir de España a Don Matías de la Cerda, hacia el siglo XVII, ya se había hecho escuela entre los naturales y estos fueron los continuadores de un arte que se extendió por toda América y desde luego llego hasta España.
El canónigo Luis Enrique Orozco ha recogido en su Historia de los Cristos de caña, la versión de que el primer sucesor de la familia De la Cerda, Luis, era un hombre de buenos sentimientos y piadoso, que acostumbraba confesarse antes de iniciar sus esculturas, Ello le permitió imprimir en estas imágenes calidez, belleza y armonía, pero sobre todo la fuerza para despertar fe, devoción y los sentimientos mas nobles tal y como puede ocurrir a quien contemple la hermosa reliquia del Señor de Araró.